viernes, 23 de octubre de 2009

HECHOS INSOLITOS Nº5

"EL CONTADOR"

Hola, me llamo Enrique. 

De antemano recibo vuestras buenas vibraciones y ello reafirma mi voluntad de volcar en palabras lo que desde hace mucho tiempo necesito explicar.

Soy contador. Me siento contador. Contabilizo, cuento, enumero, cuantifico. Llevo una vida normal y corriente, trabajo estable, una hipoteca que aprieta pero no ahoga; tengo dos perros, una iguana y saludo a mis vecinos. Por ahora.

Empecé a contar desde mi adolescencia. Era un hobbie, un mero entretenimiento mientras caminas distraído por la calle; que si ahora cuento cuántos semáforos cruzo, por cuántas panaderías paso, en fin, una distracción sin más originada en la mente imaginativa y volátil de cualquier adolescente.

Poco a poco este entretenimiento fue adquiriendo mayor presencia en mi vida cotidiana; que si cuántos bolígrafos hay en este momento en el aula, ahora a ver cuántos compañeros hay en el patio; multitud de cuentas que sin darme cuenta (oportuna redundancia oximorónica…) cada vez más ocupaban y condicionaban mi comportamiento ahí donde estuviera e hiciera lo que hiciera.

El día que una noche de verano en plenas fiestas del barrio conseguí acabar a solas detrás de unos arbustos del parque con la chica que me gustaba, no pude evitar contar las veces que mi miembro al fin interactivo se introducía en el orificio genital de mi cómplice sexual; por supuesto nunca a nadie he explicado esto pues como he empezado escribiendo, jamás le di más importancia. A partir de ese bello momento tomé conciencia de cómo condicionaba mis vivencias la manía de cuantificarlo todo, pero en vez de sentirme un perturbado o de vivirlo como una desviación lo asumí con naturalidad.

No haré un repaso curricular autobiográfico. Para que os sintáis en mi piel, explicaros que por ejemplo, esta tarde mismo cuando me dirigía a casa desde el trabajo me he cruzado con 526 transeúntes, de los cuales 289 eran mujeres y 237 hombres, he pisado 40 franjas blancas de paso de cebra, he esquivado con acierto 7 defecaciones caninas y he oído 2 insultos, 3 interrogaciones, además de contabilizar 20 papeleras, ah, y 1 ruptura de pareja de la que han resultado 3 reproches no contestados y 2 sí contestados. 

No soy un crack de las matemáticas, sólo sumo; me sirvo de un clic de esos manuales que puedes llevar con disimulo en una mano; una vez tuve un serio problema con la policía porque descubrieron que le daba al clic cada vez que el agente que custodiaba la entrada de la comisaría se rascaba la nariz, entonces el agente una vez percatado de mi cuantificante acción me preguntó que qué ostias estaba haciendo con ese aparato, que qué contaba, que si estaba yo gilipollas y que pa’dentro dame el dni tarao de mierda no serás de la eta…dijo “mecagon” 4 veces.

En fin, continuaré con esta confesión.

He decidido que un día dejaré de contarlo todo, debo vivir la vida libre de esta atadura compulsiva, porque en definitiva, viviendo así, todo queda reducido a una mera enumeración. Las personas siguen siendo personas para mí, pero a la vez son parte del listado que confecciono desde el momento en que decido contabilizar camisetas, pantalones cortos o pecas, por poner ejemplos. Como podréis percibir desde vuestra empatía, a veces no resulta del todo fácil gestionar mis vivencias. Cuando dialogo con alguien, mientras tengo a mi interlocutor enfrente, mi mente cuenta: “2 ojos,1 boca, 2 orejas, etc….”, independientemente de con quien esté hablando contabilizo y puedo seguir la conversación al mismo tiempo sin que el interlocutor se percate de mi desdoblada atención; aunque sepa de sobras que un rostro humano normalmente contiene 2 ojos, 1 boca, 2 orejas, etc…no puedo evitar proceder al recuento anatómico. 

56.559 gotas de estucado tienen las paredes de mi casa.

No presumo de ello. Jamás me ha supuesto una ventaja. 

Cuento, contabilizo, cuantifico, enumero,… 

889 vehículos motorizados transitan en 10 minutos delante de mi casa. 88’9 por minuto, ¿muchos, no?.

Existe una vertiente de la contabilización a la que le añado subjetividad; normalmente procedo de este modo estando en casa, por ejemplo viendo el televisor: cuento 23 mentiras en el discurso del presidente del estado en el que resido, 19 eufemismos en la locución de las telenoticias, 4 insultos graves en una tertulia; son ejemplos…

Hace 10.764 días que vivo.

Han pasado 678 segundos desde el último cigarro.

Hace 25 meses dejé la última relación.

Pararé de contar. 

Puedo…5 letras que deseo, un sentimiento que también se escribe con 5 letras….dice un amigo, lo ha leído en internet, que tengo esta manía por contarlo todo porque soy víctima de un experimento de los servicios secretos estadounidenses (SS) en el que los imperialistas han instalado vía satélite esta función en el cerebro de unos cuantos elegidos mientras nadábamos expectantes en la placenta materna; otra teoría expone que la instalación del contador ha sido vía inyección epidural. Los supuestos cobayas, procedentes de distintos estratos socio-culturales-económicos y elegidos al azar mediante un computador, desarrollan y amplifican esta habilidad durante su vida; el fin de este experimento es aplicar esta contabilización preciso-compulsiva en usos militares para futuras operaciones clandestinas contra el enemigo (o sea todo el planeta) usando estas cobayas compulsivo-contadores, una vez probada su eficiencia, como espías reclutados a su servicio, jajajaja…y yo soy eso, un contador experimental…jajaja…un títere contable, una máquina humana en pruebas esperando el veredicto de algún consejo científico perverso; ¿y si no resulto/ resultamos útiles?, ¿Qué me/nos pasará?.... ¿cesarán el programa de investigación dejándome/nos tirados como juguetes rotos cuantificando hasta el fin de nuestras vidas?, ¿nos desconectarán la función compulsiva y podremos vivir en paz?; ¿cualquier día recibiré un telegrama desde Washington o unos hombres vestidos de negro me secuestrarán para llevarme a un siniestro búnker en el que me enviarán a un país rebelde en oscura misión?, ¿dependo de un presupuesto de defensa?...buf…cuánta ficción, ¿no?... lo que tiene leer internet sin criterio…este amigo lleva medio año sufriendo alucinaciones de lo más absurdas y lo bueno es que se cree que nadie se da cuenta; tendríais que verlo, de repente le da por hacer gestos raros, se cree que nadie lo oye cuando se pone a hablar en idiomas inventados, o cuando va sacando macacos desparasitadores de las cogoteras de la gente. Me explicó su tía abuela Mauricia (con la que me llevo muy bien, me invita a pastas y té en el Club Macramé Libertario) que una vez en la boda de un familiar el susodicho alucinado en medio del rito, cuando el novio iba a dar el sí a la novia, se puso a bailar y cantar un conocido bolero del que omitiré el nombre para no deshonrar la reputación de ese gran cantante puertorriqueño; lo tuvieron que sacar del sacro recinto ante el escándalo de la audiencia.

Probablemente, siendo realistas, lo mío es un don, un talento; mal desarrollado, no debidamente gestionado pero soy así y tomando conciencia de que va a mayores la situación, me dispongo a darle fin. Será un proceso paulatino, sin estridencias.

De momento ha sido aceptada mi propuesta en el cuerpo de agentes rurales como contador de árboles; mi habilidad contadora será útil a la sociedad; he sido destinado a un puesto de vigilancia anti-deforestación para que cuente los árboles del bosque, es un método eficaz para descubrir talas ilegales, sólo hace falta comparar cuentas de un día a otro y si no coinciden los números (a la baja, claro) ello significa que algún desaprensivo ha talado árboles sin permiso. 

Ésta es la única propuesta aceptada de las no pocas presentadas a todo tipo de estamentos oficiales, empresas privadas e incluso amistades con el fin de dar rédito a esta “tara”; las demás no han conocido el éxito pues es evidente que muchas de las funciones calculadoras beneficiosas a la sociedad las efectúan máquinas, computadoras, programas informáticos; contar maletas en el aeropuerto, transeúntes, votantes, lo que sea, son cosas que las mentadas tecnologías sobradamente cumplen con plena eficacia; ¿no?.

Incomprensible la negativa del Instituto de Estadísticas Totales (I.E.T) ante mis servicios; ¿intereses políticos del gobierno?.

Agradezco al Servicio Ocupacional Sistemático (S.O.S) la comprensión hacia mi caso y la confianza depositada en mi futura actividad forestal, remunerada y, repito, muy útil a la sociedad. Una vez realizado el servicio, extinto tras el verano, no volveré a contar jamás. 

Se acabó. 

No puedo evitar sonreír cuando alguien me dice “cuenta conmigo” a lo que respondo “venga, contemos…” jajaja….humor contable… o aquello de “cuéntame”, ¡pero si ya te he contado!, no siempre lo pillan…o cuando llama al timbre el de la compañía de la luz, “buenos días, el contador” y yo respondo “no, el contador soy yo…” jajaja no saben qué decir, me tomarán por chiflado…en fin, dándole humor el tema se lleva mejor.

13 golondrinas vuelan en triangular formación ante mis ojos; qué bella es la vida, qué suprema inteligencia, contadora, ha establecido este orden vital. Porque todo tiene un orden, una cuenta, todo se enumera en sí y para todo. La parte pertenece a un todo enumérico.

La corroboración sumarial, el listado del caos ordenado que engrana la multitud de elementos que conforman la totalidad de lo que nos rodea. Eso es lo que busco, hallo y recuento.

Por eso cuento; porque continuamente confirmo la esencia misma de las “cosas” halladas en su lugar, en su precisa ponderación numérica. Es incluso una cuestión filosófica de raíz; el objeto, el sujeto, el ente, el individuo (¿indivisible dualidad?), la materia forma “UNOS”, unidades. Y yo las cuento, como todos contamos, sólo que mi espíritu escéptico, automático cuantificante, necesita cada vez más corroborar la situación existente de todos los “UNOS”.

Cuánto daño ha hecho eso de Uno y Trino; o se es uno o son tres. Obvio.

145 migas de pan quedan en el plato tras la merienda.
78 segundos han pasado desde el último cigarrillo.

6 rings suenan en mi móvil pero no pienso contestar pues 3 veces hemos intentado volver y 4 me he arrepentido.

Recuerdo aquél día en el que ejerciendo mi derecho al voto y una vez depositada la correspondiente papeleta en la urna, pude corroborar tras una rápida comparativa de sumas entre el contenido de la misma y la lista del censo, y tras decirme el consonante de mesa (sito entre la vocal y el apóstrofe oficial) que yo era el último votante que venga chaval la final de la liga ya ha empezado vota rápido, me di cuenta que ambas cantidades no coincidían. Había más votos que censados. Así lo denuncié en su momento. Obviamente me enviaron a pelar manzanas, pero la cosa no quedó allí; expuse mi queja al Tribunal Urnamentístico Perital Exo-Regio (T.U.P.E.R) y una vez probada mi queja con las irrefutables pruebas gráficas tomadas con mi cámara Pikon ( de 234 megapíxels aunque yo he contado 233, hecho también denunciado aunque ello ocuparía otro capítulo…) a escondidas de los corruptos miembros léxicos de turno, quedaron anuladas esas elecciones generales. Haciéndose eco toda la Comunidad Internacional (C.I) como fruto de una intensa campaña de sensitivación global, el caso resonó en los medios extranjeros y el presidente de los Unidos Estados de Alérica (U.E.A) amenazó con bombardear los polos norte y sur, con la consiguiente inundación de nuestras urbanizadas costas, si el gobierno del estado en el que resido no repetía los comicios esta vez vigilados por entrenados contadores humanos proporcionados por el departamento de inteligencia de su ingerente gobierno. Sí, existen los contadores humanos, pero no son fruto de un experimento vía satélite o epidérmica, quede claro…

Así es como fui famoso durante unas semanas, mi retrato apareció en todos los diarios y el programa de televisión realista “Pasando Está” me entrevistó espontáneamente en directo en la ducha de casa tras entrar por la ventana abierta que da a la calle el cámara y su compañera periodista; gente maja, la verdad.

Así es como nunca más tendré derecho a recibir prestaciones, créditos o ventajas en las listas de la seguridad social; así es como recibo amenazas telefónicas en las que una voz rasposa me dice “cacahuetes, cacahuetes” mientras de fondo se oye lo que parece una cafetera; no capto el mensaje concreto, la verdad, pero lo tomo como una amenaza directamente perpetrada desde algún despacho resentido.
Así es como un misterioso cartero, una soleada mañana, deslizó bajo la puerta una misiva en la que escrito con sangre se leía la frase “empieza a contar los días que te quedan”; preocupante…

Para no faltar a la verdad (que suele ser una aunque no nos lo acabemos de creer) y en sintonía con este momento de apertura personal, confesaros el deseo de concluir con un acto lleno de poesía esta larga etapa como empedernido contador. Una vez finalizado mi servicio forestal, iré a un lugar exento de contaminación lumínica lejos de la ciudad y en plena noche contaré las estrellas, todas y cada una, contaré esas navegantes incansables del firmamento celestial, compañeras de tiempos remotos; apuntaré en un papel la cantidad, entregaré la nota en las taquillas del depósito de Objetos Acompañantes del Difunto (A.O.D en inglés) del tanatorio de mi barrio para que en la transitoria jornada en la que encapsulen mi cuerpo inerte dispuesto a la cremación incluyan el papel que se fundirá con las cenizas corpóreas; como acto ulterior que estas cenizas sean lanzadas de noche bajo un cielo estrellado. 

Bello.

Agradeceros el tiempo destinado a esta lectura (aproximadamente entre 10 y 13 minutos hasta este punto) y la decodificación de este gran número de letras dispuestas en lógico orden dando sentido al texto.


“ vivimos la vida como una cuenta atrás,
es mejor quizás perder la cuenta;
vivimos la vida contando los pasos
y no alcanzamos a caminar.”

(Nebur Sorg)

Gracias.




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