lunes, 16 de noviembre de 2009

VAMOS A LA LUZ- HECHOS INSÓLITOS Nº7

Hace unos meses llamaron a la puerta de casa; eran las 20h46m. Elena, mi compañera, atendió la espontánea visita; al sospechar yo que no se trataba de una mera petición de sal o huevos por parte de algún vecino, llevado por mi curiosidad y el celo conyugal me uní a la charla. Se trataba de dos miembros de la Asociación Luz que Vienes que traían consigo una sorprendente información que cambiaría nuestras vidas: nuestro hijo Ramón, de cuatro años, era la 53ª reencarnación de Ufurungul (con acento en la última u), el Maestro de la Luz Venidera. Los miembros lumínicos eran dos jóvenes de aspecto afable y vestimenta convencional más propia de unos estudiantes de derecho afiliados a la tuna.

Durante los escasos cinco minutos que duró el acto informativo, los iluminados creyentes siempre en un tono afable, nos explicaron cómo se había llegado a tal conclusión. Dos horas antes, hallándose todos los miembros congregados en la sede clandestina de la asociación, se había dado la nueva tras un largo proceso mágico-ritual llevado a cabo por una médium profesional, colaboradora con el más allá imparcial e independiente, contratada para el caso y suministrada por el Ministerio de Asuntos Muy Exteriores (M.A.M.E). La médium daba así por finalizado un ritual de tres días durante los cuales había permanecido encerrada en un cuarto oscuro, alimentándose sólo con galletas de chocolate y caramelos sabor melón (con forma de melón), emitiendo gruñidos guturales cada tres minutos y alguna ventosidad silenciosa de esas cargadas de metano. Dos horas atrás, Amaris Foster (con acento en la última silaba), experta en el tarot y mucho más, escribía con spray dorado en el suelo de la habitación (acción nada fácil y menos sin luz) el nombre de nuestro hijo y la dirección completa de nuestro domicilio del revés. Los extasiados esperadores de la luz, sobresaltados ante la buena nueva, tras deducir que aquello no era cirílico, bajaron a la copistería de la esquina, compraron un espejo y antes de que desapareciera la información escrita (pues resultó que el spray no era pintura sino espuma-confetti, y por ende bien acaba volatilizándose o siendo absorbida por la madera y/o cualquier tejido como era el caso) anotaron el lugar al que debían dirigirse para contactar con el reencarnado maestro.

Los privilegiados emisarios debían actuar rápido, puesto que dos horas y cuarto después de la anunciación, morirían fulminados por un infarto, tal como contemplan las Sagradas Escrituras Lúcidas Vinientes (apartado Reencuentros con Maestros) como premio otorgado a los honrados emisarios. Si no morían por sí solos al cabo de ese tiempo, estaban obligados a abandonar la congregación y exiliarse en la tierra del pecado conviviendo cinco días y cinco noches sin dormir entre la sodomía y el gomorrismo que gobierna esta sociedad de pecadores, al finalizar este periodo, la sexta mañana, debían ingerir sendas cápsulas que les provocarían el infarto. Glorioso trance inmortal que permite la ascensión y comienzo de una vida eterna con los hermanos biocreadores de la Luz que está Viniendo en la nave nodriza sita en la galaxia Tremen Lux desde la que nuestros progenitores galácticos sondean el universo en busca de la Luz Eterna y sus maestros.

Como decía, al cabo de cinco minutos de soliloquio, los miembros de la agrupación nos preguntaron si podían ver a Ramón, a lo que Elena soltó una rotunda negación con signo de admiración (no hacia ellos, claro) y yo opté por pedirles disculpas y una tregua de dos minutos, cerrar la puerta e iniciar una reflexión conjunta con mi compañera sobre el plausible futuro de nuestro hijo.

Hace veintinueve años, dos hombres de aspecto formal y afable sonrisa, llamaron a la puerta de casa de mis padres informando a estos de que la 52ª reencarnación de Ufurugul (con acento en la última u), maestro de la Luz Venidera, era su pequeño hijo José. En este caso fue mi madre quién pidió disculpas a los celestes mensajeros y tras reflexionar brevemente con mi padre, ambos decidieron echar a patadas a esos iluminados amenazándoles con llamar a la policía si volvían a molestarnos.

Parece que la vida es un círculo abierto que el destino se empeña en cerrar como sea, sin importarle años ni distancias, el destino obedece a su propia consecución. En esos tensos momentos de reflexión, pido a Elena que pondere bien su negativa, la intento convencer de que probablemente Ramón, nuestro fruto del amor, tendrá una vida sana, una educación plena y una rica vivencia si, como proponen los iluminados creyentes, ingresamos al niño en el centro Rusumsum para niños reencarnadores que la Asociación dispone de manera gratuita y sin contraprestaciones forzosas a nuestro servicio. Además, a parte del destino que vuelve a señalar mi estirpe como la elegida, el centro educativo está homologado por el Departamento de Educaciones No Afines y Polémicas.

Y coge Elena al cabo de cuatro días, cuando habíamos decidido que vale por qué no, probémoslo y si el niño no es feliz pues que vuelva a la escuela normal, hace las maletas y con Ramón de la mano abandonan el domicilio. No podía salir de mi asombro. Se había vuelto completamente loca. Por supuesto denuncié la desaparición, aunque en realidad se tratara del secuestro de un menor por parte de una enajenada. La policía hizo lo que pudo durante unas semanas. Yo, en cambió, superando poco a poco el trauma, rehice mi vida, dejé de esperar noticias acerca de su paradero y me casé en eternas nupcias con Luz Venida, vigesimosexta hija de Uputrungul el Gran Maestro Paciente Reencarnado, a quién me uní porque el destino está escrito. Mi hogar, mi familia están ahí, cerca de la luz venidera. Es mi misión final como progenitor de la estirpe reencarnadora acercarme a la Luz Venidera y consigo a mis seres queridos.

Al cabo de unos meses, todo volvió a la normalidad; Ramón y Elena fueron encontrados por los miembros exploradores de la asociación quienes los trajeron a su verdadero hogar, con nosotros, con los elegidos, cerca de la Luz. Elena es mi segunda consorte bautizada como Luz Venida Después; Ramón es Ufurungul Maestro de la Luz en Estado Prematuro 53ª reencarnación y como tal, está siendo educado e ilustrado en su futura función como guía supremo de la Tierra sustituyendo así a los pecadores corruptos hijos de las sombras que gobiernan ahora el planeta en nombre del materialismo y el vicio.

Y somos felices. Aunque ahora mismo cercando nuestro palacio lumínico se hallen patrullas armadas de la policía del estado corrupto comunicándonos por megafonía que desistamos de nuestra actitud o entrarán por la fuerza con el peligro físico que ello supone para todos. No saben lo que hacen, pobres engendros de la oscuridad. No respetan nada. Elena, fuiste la otra tarde a una comisaría y hablaste mal de nuestra asociación, les dijiste que retenemos por la fuerza a las personas, a menores; pero tú estás corrompida; nosotros no, esperamos a la luz; tú nunca la esperaste ni creíste presa del vicio oscuro. Y es preferible que ascendamos a las naves de nuestros biocreadores galácticos antes que sucumbir a la fuerza corrupta que nos esclavizará y secuestrará (ellos sí lo hacen) encerrándonos en sus cárceles, con sus leyes impuras. Por eso el hermano Luz Salvadora Ascensora ha puesto en mis manos un rifle de caza y tres balas. La primera será para ti disparada por mí, la segunda será para Ramón ( disparada por mí también, claro) y la tercera la dispararé yo mismo a mi material cuerpo. Nos hemos despedido recitando, entre inevitables lágrimas tuyas de incomprensión e ignorancia, los sagrados versos lumino-litúrgicos y cogidos de la mano diremos adiós a esta terrícola vida. Saludamos así a nuestra inmediata inmortalidad.

Aides Lux Venitum Inmortalis


6 de Junio de 2009, St. Sadurní d’Anoia (Barcelona).

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