domingo, 18 de julio de 2010

La familia Furungos

Me llamo Fol, diminutivo de Folegildo, al parecer es un nombre de origen visigodo, pero de eso hace tiempo, así que vete a saber.

No pretendo ser manido ni tópico, pero realmente, había una vez un pueblo llamado Miratientas (curioso topónimo, ¿no?), en el cual, había una vez durante los siglos de los siglos, una familia-clan de curioso apellido, por vía paterna, claro, que daba qué hablar y era foco de atención a raíz de unos hechos, lo menos curiosos, que perduran en el recuerdo colectivo durante los mismos siglos de los siglos. Nuestro apellido era, es, será (supuesto), Furungos. O sea, me llamo, a la par de vuestra deducción lo escribo, Folegildo Furungos. No sé de dónde proviene el apellido, pero nada bueno seguro.

Una peculiaridad persistente en mi familia es la de la tendencia a las muertes tontas. Llámese también obstinación macabra del destino con solución de continuidad intergeneracional, o repetidas casualidades que conforman una certeza, o porqué no, un mal de ojo perpetuo resultado de un malentendido entre vecinos habido tiempos ha o llana y puramente mala leche de un universo conspìrativo. No sé.

Muertes tontas, ¡cómo si hubieran muertes listas, defunciones inteligentes!... quiero decir muertes ocurridas de maneras absurdas que en condiciones y contextos normales no hubieran o debieran acontecido. ¿Porqué sino, mi tío abuelo Hegemonio, tuvo que morir decapitado por una rama de 50kgs que se desprendió del nogal del huerto,eh?, ¿os lo podeis imaginar?, ¡es absurdo!....el hombre cavando el huerto mientras silba una copla y ¡bam! golpe de viento, rama quebrada y disgusto al canto. Y servidor testimonio perplejo viéndolo todo en plano secuencia. Por supuesto, el nogal fué talado.

Omitiré una larga y pesada enumeración de muertes desgraciadas (¿acaso hay muertes agraciadas?...bueno, tal vez sí), aunque os contaré otra: la de mi primo Alfonsín (apelativo cariñoso, el tal primo era oriundo de Argentina). El muchacho contaba trece tiernos años cuando bañándose en un río, altamente contaminado por culpa de la industria papelera de la región, sufrió la mordedura de una culebra de agua (seguramente más agresiva de lo normal debido a la cantidad de zinc que acumularía el reptil en sus escamas y ello, estoy seguro, lo hacía más hostil a los extraños) a la que reaccionó dando un brinco (el río era de poca hondura), cayendo de espaldas y quebrándose la nuca contra una pesada roca de esas que mejor no subirse pues seguro resbalas. Yo no estaba ahí para verlo, pero su hermana, mi prima Hortensita Rodolfa, sí lo vió; la pobre estaba estirada en el prado adyacente al poluto río cuando al presenciar la muerte tonta de su hermano, se levantó bruscamente y cayó rodando ladera abajo (diez metros, 45% de desnivel) rompiéndose el cráneo en tres partes. El uno muerto, flotando en el río, y la otra echando espuma entre convulsiones. El párroco Feliciano al día siguiente, dirigiendo el equipo de rescate, descubrió tal escena cruel. Hortensita pudo narrarnos lo sucedido tendida en la cama de mis padres, pero tras la dura narración no volvió a abrir la boca y pasó el resto de su vida contracturándose la espalda a base de moverse como un péndulo atrás-adelante mientras jadeaba la palabra “cacahuetes” compulsivamente. Tela.

Mi familia-clan habita en la comarca desde hace siglos. Una aureola nos rodea, las demás familias-clan siempre nos han guardado un paso y atisbado con prudencia, cuchicheando a cara y espaldas nuestras. ¿Por qué será?.

Mi bisabuelo Omayo, nombre de origen fenicio, pero de eso hace ya tiempo, fué combatiente en la 5ª guerra civil (ahora vamos por la 9º) y tras luchar unos meses a campo abierto a favor de su bando, acabó muriendo atragantado por una miga de pan mientras hacia guardia en la trinchera. La causa oficial de defunción se dejó en un “murió defendiendo la patria”, ¿la patria de quién, si era una guerra civil?. Supimos el importante detalle diferencial de la miga asesina, porque su primo segundo Albo (del latín albis-blanco) se encontraba en esos trágicos momentos disparando contra enemigos patrios a la vera de Omayo, compartiendo trinchera y toda una experiencia vital que los debiera unir en una profunda amistad de por vida, cuando presenció la absurda muerte dando por hecho que se trataba de una broma del cachondo Omayo, de esas para aliviar tensiones del sujeto envuelto en un contexto de estrés bélico. Albo al ser despistado de sus funciones franco-tiradoras por la no-broma de su primo segundo, recibió el impacto de una bala en la sien, aunque no murió al acto, como es de esperar en este tipo de recibimientos balísticos, sino que aguantó hasta dos horas, el tiempo que el vendaje pudo contener la masa encefálica. Los médicos y los recoge-heridos no daban a basto, por lo tanto Albo yació desangrándose vía craneal, al lado de mi bisabuelo asfixiado, narrando la muerte de Omayo a otro compañero franco-tirador, sufriendo (o tal vez disfrutando) alucinaciones causadas por el nuevo orificio corporal, visiones de una luz al final de un túnel y oyendo una voz masculina dentro de su aireada cabeza, dócil, angelical, que le decía “existo, existo, cree en mí...”.

Como habréis percibido, mis familiares se desgracian de dos en dos jajaja. ¿Yo con quién lo haré?.

Bueno no os quiero aburrir más. Para balancear tanto homenaje a Tanatos, ahí os dejo un poema. Saludos.



Mueve tus alas pétreas
alza el vuelo pájaro negro
hacia las cumbres etéreas
dale a la vida el anhelo

Que no temo tu sombra
ni el batir oscuro de fuego
cuando llegue mi hora
en los cielos te espero


Espero os agrade, es lo primero que escribo. A mí se me hace pelín ñoño.

Saludos otra vez.

Hace dos años probé suerte y fortuna en la ciudad. Sacándole provecho a mis estudios en la escuela de teatro de Miratientas, decidí ganarme las primeras sepetas (moneda anterior al Eupo) haciendo de mimo en una concurrida avenida peatonal. Una mañana, mientras descansaba de mi número del mimo que abre latas de tomate, se acercó un productor de espectáculos y me propuso trabajar en los eventos para gente adinerada que organizaba en una ciudad portuaria cuyo nombre he olvidado. Debía hacer números de mimo pornográficos, o sea para visualizarlo más claro, interpretar que practicaba sexo con alguien invisible; tanto valía en pareja, trios, sodomía o sadomaso, la cuestión es que la gente se lo pasaba muy bien, e incluso una vez llegué a eyacular en una escena (de propia creación) en la que camino por el paseo marítmo de Barmella (otra ciudad portuaria) y dos mafiosos groenlandeses me secuestran y obligan a practicar sexo los tres en círculo. Un éxito entre el público.

Más adelante subí un peldaño en el show-bussiness y participé como extra en un largometraje producido por la televisión nacional, una historia de amor ambientada en el neolítico. Dados mis antecentes actorales y no pudiendo huir del encasillamiento en tan temprana fase de mi carrera, acepté el papel de jefe tribal secuestrado por dos miembros de la tribu enemiga y sometido a la sodomía, también...¿qué casualidad no?. Debo decir que fué una época de expansión creativa y personal, de corta duración, ya que hace escaso un mes, mis padres morían aplastados por Jerjes, nuestro fiel pero ahora asesino animal de carga, es por ello que soy un retornado a esta vila de origen visigodo encarada a la serranía por un lado y por el otro a un embalse inaugurado por el dictador Canfro hace décadas. En fin, otra vez de la muerte de dos en dos desgraciando vidas y perpetuando el mal aura enrededor de los Furungos. He decidido abrir una escuela de mimo en el pueblo.

En fin, de nuevo saludos. Gracias por leerme. Ciertamente todos tenemos algo que contar, cada vida es un universo de experiencias único, una única interacción individuo-circunstancias digna, al menos por una vez, de ser leída o escuchada. Os lo agradezco.

Para finalizar, una reflexión:

el comportamiento y la conciencia son el resultado de las respuestas cognitivas del yo versus el contexto vital, o son las respuestas a los diferentes procesos bioquímicos-hormonales el origen de la conciencia y el comportamiento.

Gracias.

Fol

1 comentario:

  1. Estimado amigo Guillermo ¿Furungos?, paso a menudo por aquí pero me falta el tiempo para comentar. Tomo este relato para el comentario, pero pudo ser cualquiera otro, en todos el buen hacer, filosofía y humor con técnica impecable. Es un placer leerte Guillermo. Publica más cosas en el blog, la familia irá creciendo. Un abrazo.

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